dilluns, 14 de juny del 2010

Vis a vis amb la musa

Per si algú es motiva, un relat que està penjat a Relats en Català. Per mi, aquest escrit és un manera de conservar vivències personals totalment tergiversades. I és que aquesta és la gràcia de la ficció, que -al contrari que en un article periodístic- no et poden retreure que el que escrius no va passar exactament així.



Cinquanta caputxes sota el cel estelat


"Milena se sap observada i es remou a la cadira. Els ulls grans i foscos de Lluís aviat penetraran en el seu coll si continua mirant-se-la així. Ningú més en la sala sembla haver-se'n adonat. Ni tan sols Aitor, el company de Milena, concentrat en l'home menut i gairebé calb que fa ús del seu torn de paraula. L'home és president de l'Associació de Veïns i Veïnes de la Plaça del Sol i llegeix un comunicat de suport de la seva entitat, en front del desallotjament de la casa on estan celebrant l'assemblea. L'espai, okupat des de fa tres anys per Aitor, Milena i un parell de joves més, està condemnat a ser abandonat de nou. La sentència del jutjat, que Aitor guarda a la butxaca, ho diu ben clar: demà passat els desallotgen. Peti qui peti. També hi diu que els donen aquesta setmana per treure'n les seves coses. Guaita què generosos."

http://www.relatsencatala.com/rec/Controller?rp_action=view_relat&rp_relat_id=915911

dilluns, 7 de juny del 2010

Qué lentos van a pasar estos once días, gudari, qué lentos…


Y como anhelo oír ya ese chasquido, tan conocido, tan viejo amigo y enemigo a la vez, de una puerta metálica cerrándose detrás de mí. Y de encontrar, entonces, otra pesada puerta gris, con la pequeña ventana a través de la que, durante estos ocho años, lehengusu, he conocido a tantos de tus compañeros. No me aguanto las ganas de estar de nuevo frente a ella, con el estómago encogido por lo inminente de nuestro encuentro, con mil preguntas en los labios y la curiosidad de ver como habrás cambiado en estos meses que llevamos sin darnos un abrazo.
Porque ese es el único minuto, laztana, en el que soy feliz dentro de tu jaula. Ese en el que te veo llegar, con tu bolsa de lona echada al hombro, llena de ropa que le devuelves a la izeko para que la lleve a casa. Ese en el que se te iluminan los ojos cuando ves lo que he crecido, y me levantas con fuerza, y me abrazas hasta que me duelen las costillas. Pues un instante más tarde, cuando te tengo –por fin- conmigo, ya solo puedo pensar en los minutos que quedan para irme de nuevo, con la mirada vuelta hacia atrás, con la esperanza de verte algún día siguiendo mis pasos, volviendo a casa con un futuro por delante, libre, vivo.
Tengo miedo. Miedo de acostumbrarme a esta situación, de dejar de sentir rabia cuando veo esa torre altísima con un lazo negro pintado, de que ya no me duela tanto que te retengan lejos. Ya ni siquiera recuerdo la última vez que nos vimos fuera, el último abrazo libre y sin prisas, la última sonrisa esbozada sin el recuerdo de la tortura y las amenazas. Me asusta perdonarles algún día, dejar de odiarles por todo el tiempo que nos han robado…